Rodrigo Fuentes, Codirector del área Bio Marina de la Asociación Iberozoa.- Aprovechando que se acerca el Día de Muertos, hablemos de uno de los casos más paranormales de los últimos 60 años que han ocurrido en la biología, hablemos de una especie que resucitó de entre los muertos y era temida como un fantasma. Del pasado.
Una fría mañana de 1966 se encontraron las primeras colonias vivas del coral escleractinio que se creía extinto: Oculina patagonica, no en Argentina ni en el Atlántico Sur como el lector hubiera esperado con solo leer el nombre de la especie, sino en el Golfo de Génova. Esta especie fue descrita a la ciencia en 1908, a partir de restos fósiles encontrados en Argentina, de ahí su nombre científico. A principios del siglo XX, nadie hubiera esperado que esta especie fósil apareciera viva y coleando al otro lado del mundo sin haber dejado prácticamente rastro. Debido a la naturaleza de sus orígenes, Oculina patagonica fue clasificada como una especie exótica, y poco después como una especie invasora debido a su patrón de crecimiento rápido y expansivo.
¿Dónde había estado Oculina patagonica durante todo ese tiempo? ¿Sobrevivió a su extinción en Argentina escondido en algún arrecife de Brasil o el Caribe, donde ha seguido pasando desapercibido hasta ahora? Y si es así, ¿cómo llegó al Mediterráneo? Por el momento no hay una respuesta clara a estas preguntas, a falta de más estudios y datos moleculares de individuos no mediterráneos con los que comprobar su origen en la cuenca.
La expansión de la especie en el Mediterráneo tiene un marcado componente Este-Oeste, algo que parece estar ocurriendo también en el litoral andaluz. Lo que resulta desconcertante a la hora de plantearse una posible entrada por el Estrecho de Gibraltar. Sin embargo, los últimos fósiles descubiertos en el Atlántico nororiental y los datos moleculares sobre la divergencia entre Oculina patagonica y otras especies del género del Atlántico occidental sugieren que el coral originalmente tenía una distribución anfiatlántica y ha existido en el Mediterráneo desde al menos finales. de la crisis de salinidad del Messiniense, hace unos cinco millones de años, lo que la convierte en una especie autóctona.
Es posible que Oculina patagonia pasara desapercibida al ser confundida con Cladocora caespitosa, otra Maderoporaria mediterránea muy parecida, pero que no incrustaba ni formaba colonias de mayor tamaño, hasta su reciente expansión en el siglo pasado. Esto sugiere que este coral es simplemente un colonizador oportunista del espacio libre disponible. Suele encontrarse habitando áreas artificiales creadas por modificaciones del hábitat costero, además de diferentes sustratos previamente colonizados por macroalgas que, tras la depredación por erizos de mar o una fuerte contaminación, no pueden competir con la dinámica invasora de la Oculina.
En los mares tropicales, los erizos de mar se consideran especies necesarias para la adecuada conservación del ecosistema, ya que los arrecifes de coral son vistos como la comunidad clímax, mucho más rica en especies que las comunidades de macroalgas. En cambio, en el Mediterráneo se atribuye este papel a los bosques de fucales, principalmente a los formados por especies del género Cystoseira. De ahí, la preocupación de los gestores a la hora de tratar con esta especie, especialmente en zonas de especial protección.
Sin embargo, no se puede olvidar que, al fin y al cabo, se trata de una especie autóctona mediterránea capaz de superar los retos de las cambiantes condiciones ambientales. Esto podría significar un reducto de la biodiversidad ante el cambio climático, aunque las comunidades asociadas a estos nuevos ecosistemas cambien.
Las especies invasoras son la segunda causa de pérdida de biodiversidad después de la degradación del hábitat y se estima que el 40% de las extinciones de animales en los últimos cinco siglos se deben a ellas. El Mar Mediterráneo sufre actualmente la invasión de hasta 1.000 especies de origen exótico. Esto se debe, fundamentalmente, a la amplia gama de climas e hidrología que permiten la coexistencia y supervivencia de organismos tanto de climas templados como subtropicales y al desorbitado transporte marítimo que actúa como vector a través del agua de lastre (utilizada en la navegación marítima). para asegurar la estabilidad de un buque) o incrustaciones en los cascos.
Erradicar una invasión en un sistema tan dinámico como el mar es hoy prácticamente imposible. Por eso, es fundamental prestar especial atención a la prevención y detección temprana de invasiones: invertir en investigación, condenar el tráfico de animales, revisar los cascos de las embarcaciones privadas y activar una buena gestión del agua de lastre sin excepciones.
La entrada La Iberozona: La resurrección de la patagónica Oculina Coral se publicó por primera vez en Madrid Norte 24 horas.